No se trata de réplicas ni de accesorios turísticos estilizados. Te sentarás en auténticos coches de los años 50 y 60 que aún funcionan gracias a personas que los restauran con sus propias manos y los conducen con orgullo. Cada coche tiene su propia historia, su propio sonido y su propio carácter, algo que los coches modernos ya no pueden ofrecer.